El 17% de los niños españoles sufre tics
- Estas alteraciones son más frecuentes de lo que en un principio se creía
- La mayoría son de carácter leve y no hace falta tratarlos
Hasta ahora se pensaba que los trastornos motores o vocales -más conocidos como tics- eran una de esas rarezas médicas más vistas en el cine que en la vida real. Sin embargo, según un estudio español publicado en el último número de la revista 'Pediatric Neurology', estas alteraciones son más frecuentes de lo que en un principio se creía, en gran medida porque la mayoría sigue teniendo un carácter leve "y no hace falta tratarlos, ya que suelen desaparecer con el tiempo", asegura una de las autoras de la investigación, la neuróloga Esther Cubo.
"Efectivamente, se creía que los tics eran un trastorno raro ya que únicamente se estudiaban pacientes que acudían al médico por ellos y que precisamente son los casos más graves. Sin embargo, la gran mayoría son asuntos leves y el porcentaje de los que los sufren se eleva más de lo que se pensaba", comenta esta doctora.
Así, tras estudiar a más de 1.000 chavales en edad escolar de la provincia de Burgos, se encontró que casi el 17% de ellos presentaba algún movimiento o sonido involuntario, un resultado que, según los especialistas consultados puede ser perfectamente extrapolable al resto de la población española.
"Es más, personalmente pienso que prácticamente todo el mundo tiene un tic, lo que pasa que se asume como movimientos propios", indica la doctora Rosario Luquín Piudo, coordinadora del grupo de estudio de trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Entre sus características destaca su presencia durante la infancia, "normalmente sobre los siete u ocho años para desaparecer en la mayoría de los casos pasada la adolescencia, aunque todavía no se sabe muy bien por qué. Además, en los casos leves no tienen una repercusión funcional", asegura la doctora Cubo. "Además, otra cualidad es que por cada dos o tres chicos que los sufren hay una niña en la misma situación y, sobre todo, aparecen cuando en épocas de estrés, ya sea por exámenes o por situaciones personales, aunque en los casos normales no afecta a su rendimiento escolar", comentan las especialistas.
Sin embargo, cuando se tienen tics de manera persistente y duradera en el tiempo los especialistas recomiendan un seguimiento al paciente: "Normalmente no representan ningún tipo de obstáculo para llevar una vida normal y, como mucho, el chaval tendrá que aguantar alguna broma en el colegio, pero el problema viene cuando no se sabe si estos trastornos pueden ir asociados a problemas neuronales", explica la doctora Luquín. La pregunta entonces es evidente: ¿qué ocurre si la alteración es grave?
Mejor... con tratamiento
Melvin Udall, el escritor ficticio con el físico de Jack Nicholson, entra en su apartamento, cierra la puerta tres veces, enciende y apaga las luces otras tres y se lava las manos de forma particular: nueva pastilla de jabón, agua muy caliente y adiós a la pastilla por otra nueva. La escena, de la oscarizada 'Mejor...imposible', es quizá una de las que mejor reflejan un caso de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) a los que se les suele añadir unos tics también caracterizados por el veterano actor.
Efectivamente, los problemas neuronales que además presentan tics no suelen ser demasiado frecuentes y, según señala el estudio de la doctora Cubo, los diagnósticos más graves son "los tics motores crónicos en un 6% y el síndrome de Tourette en algo más de un 5%", añade.
Además, el estudio denuncia la falta de conocimientos adecuados sobre los tics y los problemas neurológicos por parte de muchos médicos, "lo que lleva a frecuentes diagnósticos incorrectos o a importantes retrasos en dar con la evaluación correcta cuando estos trastornos interfieren en las tareas cotidianas", comenta la doctora Luquín.
Aunque se sabe que existe un componente genético en estos casos, lo que está claro es que no existe un tratamiento que los cure, por lo que se tratan de forma farmacológica para atenuar sus síntomas. De no hacerse, se puede convertir en una verdadera dificultad, ya que "tiene una repercusión funcional en el paciente, suponen problemas de atención, dificultades para socializar y los que lo sufren muchas veces son objeto de burla, lo que lleva a una baja autoestima", concluye la doctora Cubo que avisa de la necesidad de "tratar estos problemas como algo frecuente para diagnosticarlo correctamente".
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