- La preocupación más frecuente de estos pacientes es saber cómo progresará su alopecia
- El pronóstico del tipo areata es impredecible: pueden perder más pelo o recuperarlo
- El descubrimiento de un nuevo gen podría ayudar a identificar los casos más graves
comienzan a aparecer placas redondas de calvicie en la cabeza. Probablemente, el médico le diga que se trata de alopecia areata, pero no podrá asegurarle cuál será su evolución. Ahora, un nuevo estudio, publicado en'Nature', ha descubierto que la presencia de un gen específico (ULBP3) podría indicar que la persona afectada se va a quedar calva en pocos años.
"La preocupación más frecuente de estos pacientes es saber cómo va a progresar la alopecia y no tenemos una respuesta clara", explica Federico Cardona, cirujano y especialista en alopecia del Centro Médico Príncipe de Vergara (Madrid). Puede que pierdan más pelo, que la caída se detenga, incluso es posible que vuelva a crecer. De momento, añade el especialista, "sólo intuimos un mal pronóstico basándonos en algunas señales clínicas como alteraciones de las uñas, presencia de dermatitis atópica o afecciones como la psoriasis...".
Los autores de este estudio, de la Universidad de Columbia (Nueva York, EEUU), arrojan algo más de luz sobre esta cuestión. Han encontrado un gen que podría ayudar a predecir los casos más graves. En total, observaron ocho genes implicados en la alopecia areata. Cinco los comparte con otras enfermedades autoinmunes como la psoriasis o la artritis reumatoide, y tres son específicos de esta patología dermatológica. De éstos, los especialistas destacan el papel del gen ULBP3, ya que, a diferencia de los demás, su presencia activa un mecanismo que deriva en alopecia total (toda la cabeza) o universal (todo el cuerpo), "algo que ocurre en un 10% de los pacientes", matiza el doctor Cardona.
Origen desconocido
Aunque la causa de esta enfermedad aún está por determinar, lo que sí se sabe es que es autoinmune. Es decir, el sistema inmunitario ataca por error a alguna parte del cuerpo. Concretamente en la alopecia areata, agrede a los folículos pilosos. En todo este proceso, los científicos creen que los genes desempeñan un papel fundamental y este trabajo lo corrobora.
"Nuestro descubrimiento supone un gran paso hacia delante", concluye la principal autora del estudio, Angela Christiano, profesora de Dermatología y Genética en la Universidad de Columbia. Hasta ahora, los tratamientos existentes se han desarrollado teniendo en cuenta los genes que comparten con otras enfermedades autoinmunes. "Por eso, muchos fármacos de psoriasis se han probado en ensayos clínicos para la alopecia areata, aunque sin mucho éxito. Pero ahora, con los nuevos hallazgos, se puede empezar a investigar una nueva línea de tratamiento, específica para esta enfermedad".
El doctor Cardona está de acuerdo. "Es un buen avance en cuanto al pronóstico (ya que permite identificar los casos de peor evolución) y también abre el camino para la búsqueda de fármacos más adecuados". Y añade: "Hasta el momento, el uso de moduladores inmunológicos no ha dado el resultado esperado. Los corticoides y las vitaminas dan resultados poco satisfactorios".
Como dicen los responsables del artículo, dado que los resultados de los tratamientos son incongruentes y, además, afecta a la calidad de vida y a la salud psicológica de los pacientes, es importante seguir desarrollando estudios como éste, para encontrar medicamentos más efectivos.
Con los nuevos datos, basados en más de 1.000 muestras del Registro Nacional de Alopecia Areata de Estados Unidos, la principal autora del estudio tiene pensado desarrollar una prueba genética para predecir la gravedad de esta enfermedad.
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