01/06/10

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Os nucleares mercan a Greenpeace, nom hai cáncer por disfrutar no teu barrio dunha central nuclear


  • Los datos oficiales descartan que esta exposición aumente la mortalidad por cáncer
  • Greenpeace propone estudiar la incidencia de la enfermedad y no la mortalidad

MADRID.- ¿Suponen las instalaciones nucleares un riesgo para la salud de los que habitan cerca de ellas? Un nuevo estudio, realizado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), y avalado por Ministerio de Sanidad, indica que no existe una asociación entre esta exposición y el aumento de las muertes por cáncer. Las organizaciones ecologistas, como Greenpeace, afirman, sin embargo, que estos resultados cuentan con varias limitaciones y no invalidan otros en los que sí queda demostrada una relación causa-efecto.

Los resultados de la citada investigación se dan a conocer cuatro años después de haberse iniciado, como respuesta a una petición realizada por el Congreso de los Diputados en 2005. Los citados organismos oficiales estudiaron la incidencia de 17 tipos de cáncer (sólidos y leucemias), durante el periodo de 1975 a 2003, en casi 1.000 municipios, situados en un radio de 30 kilometros de distancia.


(Chernobyl, um pequeno buraco soviet)

Tal y como ha explicado Juan Carlos Lentijo, director técnico de Protección Radiológica del CSN, durante la presentación del trabajo, los datos obtenidos "indican que las dosis acumuladas por la población son muy reducidas [...] Por lo tanto, no se relacionan con una mayor mortalidad por cáncer".

En este sentido, Lentijo ha destacado "la metodología puntera" que se ha empleado en el estudio. Y ha valorado que se haya realizado "con independencia y transparencia, tal y como muestra la creación de un comité consultivo compuesto por miembros de hasta 25 organizaciones implicadas".

Además de las empresas titulares de las instalaciones nucleares analizadas (Enresa, ENUSA y UNESA), el comité ha contado con la representación de las distintas Comunidades Autónomas; UGT y CCOO; expertos independientes; la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC); y de algunas organizaciones ecologistas como Greenpeace, Ecologistas en Acción, Adenax y AVACA.

El punto de vista ecologista

En declaraciones a ELMUNDO.es, Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace, ha valorado muy positivamente la labor metodológica del ISCIII, sin embargo, ha destacado la existencia de algunas limitaciones de base. "Se centra en las estimaciones de dosis de radiación aportadas por el CSN [...] Y éstas son fruto de un cálculo retrospectivo, ya que en los primeros años de estudio no se contaba con esos datos concretos".

Junto con esta labor de estimación, la ONG critica que las cifras que se manejan en el trabajo son "dosis medias en las que quedan diluidas, por ejemplo, los posibles picos que se pueden producir en un escape de radiación, como el que sucedió en 1988 en la central nuclear de Almaraz".

Otro de esos puntos débiles se centra, según Bravo, en haber medido la tasa de mortalidad de cáncer y no la incidencia de esta enfermedad. "Este tipo de estudios está un poco obsoleto. No se trata tanto de ver qué gente ha muerto por cáncer en la zona, como de calcular quiénes han resultado afectados. También hay que contar con la población que se ha curado o con que algunas personas no fallecen en esa área porque se marchan a otras ciudades para recibir tratamiento en un hospital, por ejemplo".

Por todo ello, y sin restar valor al férreo trabajo estadístico, este ecologista sostiene que "no se puede decir que las instalaciones nucleares no afecten a la salud de las personas. No es un trabajo definitivo, y no invalida otros que sí demuestran la existencia de una relación causa-efecto con las enfermedades cancerosas".


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