- Poseen 10 genes únicos implicados en el procesamiento del oxígeno
- Estas diferencias en el ADN no se han visto en otros pueblos asentados en altas cotas
Monjes tibetanos, en el monasterio de Longwu. (Foto: AP)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Vivir a 4.500 metros por encima del nivel del mar no es precisamente para lo que está diseñado el cuerpo humano. A esa altura, la presión de oxígeno en el ambiente es tan baja que la cantidad que llega a los pulmones no es suficiente para 'alimentar' al organismo. Salvo en aquellos que están habituados a ese ambiente hipóxico.
Hay varios pueblos que viven en regiones a gran altitud, como los andinos o las tribus de las montañas etíopes. Pero los habitantes de la meseta tibetana tienen unos rasgos fisiológicos únicos, fruto de siglos de evolución bajo condiciones extremas. Llegados hace más de 10.000 años a la región, la selección natural ha hecho de estos indígenas una 'raza' especial.
No sólo no sufren los cambios fisiológicos que cualquier otro ser humano debe experimentar para aclimatarse a las alturas elevadas sino que su sangre contiene menos oxígeno y menos hemoglobina (la molécula que lo transporta) y una cantidad normal de glóbulos rojos. No muestran vasoconstricción pulmonar ante la falta de oxígeno –una respuesta adaptativa- y mantienen un metabolismo aeróbico normal a pesar de la falta de oxígeno.
Nada de esto sucede fuera del techo del mundo. ¿Por qué? La única explicación posible a esta adaptación genuina de los tibetanos es su genética. Así lo han interpretado investigadores de las universidades de Utah (Estados Unidos) y Qinghai (China), que ahora presentan sus descubrimientos en la revista 'Science'.
El primer paso fue crear una lista de posibles genes relacionados con esta peculiar fisiología. En total, seleccionaron 247 implicados en el procesamiento del oxígeno y otros rasgos que pudieran explicar la capacidad de los tibetanos de manejarse con normalidad a esa altura. Después analizaron el ADN de 75 habitantes de una aldea situada a 14.720 pies de altura y compararon la expresión de estos genes con la de ciudadanos chinos y japoneses residentes en cotas inferiores.
El resultado es que "por primera vez tenemos genes que explican esta adaptación", señala Lynn Jorde, jefe del Departamento de Genética Humana de la Universidad de Utah. Los análisis desenmascararon ciertas diferencias en 10 genes relacionados, entre otras cosas, con la hemoglobina.
"Lo que es único de los tibetanos es que no desarrollan más glóbulos rojos", señala Josef Prchal, hematólogo y profesor de Medicina Interna en la Universidad de Utah. "Si somos capaces de entender esto, podremos desarrollar tratamientos para algunas enfermedades", como el mal de altura, el edema pulmonar y cerebral y otros trastornos relacionados con la falta de oxígeno.
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