Los resultados de este trabajo, que ayudan a explicar las diferentes susceptibilidades genéticas a sufrir un trastorno relacionado con el alcohol, se publican en la edición ‘on line’ de la revista especializada ‘Molecular Psychiatry’.
Según ha explicado el director en funciones del NIAAA, Kenneth R. Warren, “avanzando en la comprensión de la Neurobiología que sustenta las propiedades adictivas del alcohol, estos descubrimientos ayudarán a entender por qué el alcohol afecta a las personas de formas distintas”. “Este tipo de descubrimientos también ayudan al desarrollo de tratamientos personalizados para los problemas de alcoholismo”, ha anotado.
Los receptores para moléculas cerebrales conocidos como péptidos opioides ayudan a iniciar la reacción neuroquímica que hace posible que el alcohol produzca efectos positivos”. “La activación de los diferentes receptores opioides tras el consumo de alcohol dispara la liberación de dopamina en la región cerebral conocida como prosencéfalo.
Según el director clínico del NIAAA y principal autor de este estudio, Markus Heilig, “hay muchas diferencias entre las distintas respuestas inducidas por el alcohol que pensamos podrían estar relacionadas con la dopamina”.
“Investigaciones anteriores realizadas por nuestro grupo y por otros sugieren que las variantes de genes opioides pueden contribuir a la variación observada, posiblemente a través de efectos en la liberación de dopamina inducida por el alcohol”, ha señalado.
Han descubierto, por ejemplo, que las personas portadoras de la variante del receptor de opioide denominada 118G experimentaban una gran euforia tras consumir alcohol. El equipo de Heilig halló que una variante similar que tienen los monos reforzaba los efectos estimulantes del alcohol e incrementaban así su consumo.
En este trabajo, los investigadores Vijay A. Ramchandani, del NIAAA, Heilig y sus colaboradores estudiaron si la variante 118G influencia la liberación de la dopamina desde el prosencéfalo en respuesta al alcohol.
Con una tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), una técnica de imagen que permitió a los investigadores analizar la actividad de la dopamina en el cerebro, compararon la liberación de la dopamina en dos grupos de personas que habían consumido alcohol. Un grupo estaba formado por personas con una copia del gen con la variante 118G y aquellos que poseían sólo genes con la variante común 118A.
Descubrieron que sólo las personas con la variante 118G presentaban una respuesta de liberación de dopamina al alcohol, que no se daba en los sujetos con la variante 118A.
En un experimento diferente, insertaron genes humanos con las variantes 118G y 118A en ratones y después se midió directamente la respuesta dopaminérgica de estos animales a una dosis de alcohol. Los ratones con la variante 118G demostraron tener un pico de dopamina cuatro veces mayor al beber alcohol que los ratones con la variante 118A.
Según Ramchandani, “los resultados de este trabajo respaldan la idea de que los individuos que poseen esta variante en sus receptores de dopamina pueden experimentar mucho más placer bebiendo alcohol que, a su vez, aumenta su riesgo de abusar del alcohol y de llegar a la dependencia”. “Esta circunstancia también puede explicar por qué estos individuos, una vez adictos a esta sustancia, podrían obtener más beneficios de un tratamiento con bloqueadores de péptidos opioides endógenos”, concluyó.
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