13/07/07

A raça galega


Alguns estudos sugieren a existença de rasgos genéticos específicos nos galegos



Los estudios científicos indican que existen en Galicia ciertas peculiaridades genéticas que la diferencian de otros habitantes de la península.





Distinguir a un gallego es fácil, dicen los de allende Pedrafita: basta con escuchar su acento y calibrar su capacidad para la retranca. A veces, incluso se puede oír que alguien tiene «cara de gallego», aunque no siempre quede muy claro qué se quiere decir con esto. La imaginería popular, basada en las teorías escasamente fundamentadas de los nacionalistas románticos del siglo XIX, alude a una raza heredera directa de los celtas, que se distinguiría de los demás pueblos peninsulares por su elevada estatura y el color claro del cabello, la piel y los ojos. Pero la cuestión es saber si detrás de estos tópicos existe alguna evidencia científica que los respalde y que certifique que los gallegos son genéticamente diferentes.

«Es una cuestión delicada», señala como premisa inicial Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Forense de la Universidad de Santiago (USC) y uno de los máximos especialistas gallegos en genética. En su opinión, «todas las poblaciones tienen características genéticas propias, y Galicia no es una excepción». El problema, sin embargo, surge cuando se intentan asociar ciertas peculiaridades genéticas a unos rasgos físicos determinados, como el color de ojos, la estatura o la forma del rostro: «Estas clasificaciones de los grupos humanos han dejado de ser utilizadas, porque la realidad es que no sabemos cuáles son los genes que están detrás de cada uno de los rasgos físicos externos; lo que se hace ahora es trabajar con marcadores genéticos concretos, que sí se pueden estudiar con rigor».

Precisamente este tipo de estudios han dado lugar a curiosos descubrimientos que parecen ratificar el carácter peculiar de la herencia genética gallega. Esta misma semana, un grupo de investigadores de la USC presentaron un estudio realizado con 200 niños gallegos en el que se relacionaba la talla baja con unos genes determinados. Según uno de los coordinadores del estudio, el catedrático de endocrinología Manuel Pombo aseguraba que una alteración en este gen podría explicar que algunos chicos no llegaran a alcanzar una estatura normal aún cuando la media gallega es ya igual a la española.

Otros estudios evidencian la particular resistencia genética desarrollada por los habitantes de Galicia a enfermedades como el cáncer de colon o la tan temida encefalitis espongiforme (el mal de las vacas locas). En esta misma línea, un proyecto coordinado por el profesor Miguel Pocoví, de la Universidad de Zaragoza, demostraba el año pasado que la alteración del gen Apo B 3.500 está directamente relacionada con la hipercolesterolemia. Lo llamativo del estudio es que Galicia acaparaba casi todos los casos estudiados de una mutación que también es frecuente en Gran Bretaña e Irlanda.

Una lectura simplista de estos datos parecería dar la razón a quienes defendían hace más de cien años la existencia de una raza gallega emparentada con otros pueblos atlánticos de presunta raigambre celta. Sin embargo, la realidad es bastante más compleja, según explica el profesor José Luis Blázquez, catedrático de Antropología Física de la USC lo explica así: «Galicia, al igual que otras regiones periféricas, se vio poco afectada por las migraciones procedentes de Oriente Medio, con lo que el sustrato de los pobladores originales se mantiene más intacto que en otras zonas; de ahí el posible parecido de ciertos rasgos genéticos».

Otra cosa muy distinta es que se pueda realizar, a partir de estas particularidades genéticas, un retrato robot del gallego arquetípico. Tal y como explica Blázquez, las características morfológicas de una población no dependen sólo de la herencia genética; intervienen también factores socioculturales como la alimentación, el clima, el tipo de actividad física o el grado de desarrollo socioeconómico: «De hecho, los genes sólo explican en parte el aspecto morfológico, que siempre dependen de la interacción con el medio ambiente; si sólo obedecieran a la herencia genética serían inmutables».

Sin embargo, Blázquez apunta una consideración interesante, y es que el aislamiento de Galicia y las escasas invasiones sufridas, en contra de lo que pudiera parecer, garantizan la diversidad genética: «Aquí es donde se registran los mayores niveles de diversidad genética de la península, junto al País Vasco; lo cierto es que la mezcla de poblaciones y el mestizaje llevan a una homogeneización genética que aquí no se da». Entonces ¿existe una genética gallega propia? Pues depende: puede que sí, o puede que no...


ligazon http://www.lavozdegalicia.es/reportajes/noticia.jsp?CAT=130&TEXTO=100000059411

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